miércoles, 16 de mayo de 2012

Risas y alcohol con bajos grados etilicos


El día viernes a las 10 de la noche era aburrida y sin sabor, me encontraba junto a mi mejor amigo Luis en su casa, no teníamos muy claro que íbamos a hacer, por mi parte solo sé que no quería dormir y desperdiciar la noche en soñar como siempre lo hacía los días viernes, de pronto una idea surge y se la expongo a Luis, realmente quería hacer algo así que le propongo comprar cervezas y volver a tomar, no había bebido alcohol desde hace ya cuatro meses, para mi era un logro considerando que antes de dejar de beber era un loco empedernido o algo por el estilo.
Tipo 11 de la noche partimos con Teté (que es el sobrenombre con el que me dirijo a mi amigo), en dirección a mi casa, en el camino llamamos a Pablo por teléfono para que este llegara mi casa a compartir nuestra idea de compartir risas y alcohol, por lo que logré escuchar el acepta, ya que Teté tenía el teléfono en su oído. Mientras Pablo llegaba con Teté fuimos a comprar las cervezas, decidimos que dos estarían bien, ya que Pablo debería comprar más si quería tomar, por lo tanto pusimos mil pesos cada uno para concretar la transacción en la botillería, en el momento que ya habíamos recibido nuestras heladas amigas con grados etílicos suena el teléfono de mi bolsillo y en la pantalla de este mismo aparece fosforescente el nombre de “Pablitow” que es como tengo registrado a mi amigo, le contesto y Teté interrumpiendo lo auditivo de nuestra conversación me sugiere que le pregunte a Pablo en cuanto tiempo más estará en mi casa, lo que Teté no sabía es que Pablo estaba a unas cuadras de nosotros, por lo tanto le dije que en vez de llegar a mi casa nos encontrara a las afueras de la botillería, Pablo me dice que en cinco minutos estará ahí.
Mientras esperamos vemos como frente a nosotros hay un grupo de “flaites” tomando vino en la esquina, no nos miran pero con Tete sabemos que si seguimos más tiempo ahí nos podrían hacer algo, quizás invitar a tomar como también nos podrían invitar a pasarle nuestras pertenencias, pero es en ese momento cuando vemos a un real Rafael Schumacher “pisteando” por los angostos pasajes de mi homogénea comuna, a medida de que este conductor se acerca nos vamos dando cuenta que es nada más ni nada menos que Pablo, quién con unas copas de más venía bastante motivado para compartir risas y unos cuantos grados de alcohol con bajos grados etílicos.
A las 3 de la mañana solo recuerdo que dormía en el torso de Pablo y con las piernas encima del brazo de Teté.